La transformación digital ha impactado en todas las industrias, y la banca no es una excepción. Una de las tendencias que más emergen es la del Open Banking, una práctica que tiene como objetivo transformar la interacción de las personas con los servicios financieros, al permitirles compartir sus datos bancarios con diversas instituciones para acceder a una variedad más amplia de opciones financieras.

Esto no solo fomenta la competencia y la innovación en el sector, sino que también plantea desafíos importantes en términos de seguridad de datos. Sin embargo, en nuestro país estamos a punto de presenciar un cambio trascendental en este último aspecto con la aprobación inminente de una nueva ley de datos.

Este proyecto promete empoderar a los consumidores, al brindarles un control más directo sobre sus datos bancarios. Una de las piedras angulares de esta nueva legislación es que otorga a las personas el control sobre sus datos financieros, reconociéndolos como titulares de los mismos, lo que redefine las relaciones entre los usuarios y las instituciones financieras. Algunos de los puntos más destacados de esta nueva propuesta incluyen:

• Establecer normas y condiciones para el tratamiento correcto de los datos personales, así como también proporcionar los instrumentos necesarios para minimizar los efectos de cualquier vulneración.
• Reconocer los derechos de los titulares para proteger sus datos personales.
• Crear una autoridad independiente encargada de velar por el cumplimiento de las obligaciones y derechos.

¿Cómo afectará al Open Banking?

Ahora bien, ¿cómo afectará esto al Open Banking? Esta práctica enfrenta una serie de desafíos significativos en términos de seguridad de datos. Uno de ellos es establecer protocolos claros para la recopilación, almacenamiento e intercambio seguro de datos entre las instituciones financieras y los usuarios. Esto requiere la implementación de medidas de seguridad robustas, como la autenticación multifactor y la encriptación avanzada, para proteger los datos sensibles de los clientes contra amenazas cibernéticas.

Además, es crucial establecer mecanismos efectivos de consentimiento para garantizar que los usuarios comprendan plenamente cómo se utilizarán sus datos y puedan otorgar su consentimiento de manera informada. Esto implica la implementación de políticas claras de privacidad y transparencia por parte de las instituciones financieras, así como la supervisión continua por parte de las autoridades reguladoras para garantizar el cumplimiento de estas políticas.

De esta forma, el Open Banking y la nueva legislación de datos representan un cambio radical en la forma en que se gestionarán y protegerán los datos financieros. Si bien este nuevo paradigma ofrece oportunidades emocionantes para la innovación y la competencia en el sector financiero, también plantea desafíos significativos en términos de seguridad de datos. Sin embargo, con una regulación clara, tecnología avanzada y una colaboración efectiva entre todas las partes interesadas, es posible garantizar la seguridad y la privacidad de los datos en este entorno en evolución.