No saber identificar las falencias de una empresa, es uno de los factores que puede provocar problemas internos, financieros y de gestión. Por lo mismo, muchas compañías confían sus procesos de análisis a un tercero, para que puedan saber realmente cuáles son las dificultades que se están presentando.
En ese sentido, uno de los mecanismos que permiten analizar, entender, medir y actuar en el tiempo determinado para cerrar brechas y aumentar la capacidad de una compañía, es el process mining, tecnología fundamental en este tipo de procesos.
Sin embargo, una vez que el diagnóstico está hecho y que se sabe dónde están las debilidades de la empresa, ¿qué sigue? Un buen análisis va de la mano con una buena ejecución y optimización de procesos, por lo mismo, no basta con saber qué está pasando si no se toman las medidas correctas para mejorarlo.
Es aquí entonces donde surgen preguntas como: ¿Dónde se deben cambiar actividades?, ¿qué funciones podrían automatizarse? o ¿cómo se puede rediseñar el proceso? Entonces, para medir la eficiencia del proceso se debe: reducir el tiempo, los costos, la cantidad de inversión, minimizar el desperdicio, reducir la cantidad de recursos consumidos por el proceso, mejorar la calidad e incrementar el valor total entregado por un proceso; y para eso, el process mining es fundamental.
Ahora bien, ¿de qué manera se pueden cambiar los procesos? Reduciendo el número y la complejidad de los pasos, racionalizando, ajustando el proceso para optimizarlo para un determinado KPI y reduciendo la cantidad de esfuerzo humano mediante la automatización de pasos dentro de un flujo de trabajo de proceso.
Entonces, si todas las empresas quieren ser 100% eficientes y realizar el trabajo de la mejor manera y en el menor tiempo posible, no solo deben preocuparse de saber cuáles son las falencias más relevantes, sino que también deben tomar las medidas necesarias para acelerar procesos y saber de dónde vienen los problemas que impiden que una organización avance y esto se puede gracias al process mining.
